(PLoS Med) La THS nos enseña la cara oculta del marketing farmacéutico

Hoy traemos hasta este blog un bochornoso artículo publicado en PLoS Medicine, titulado The Haunting of Medical Journals: How Ghostwriting Sold «HRT» en el que su autora, Adriane J. Fugh-Berman revela, la truculenta historia de Wyeth (hoy propiedad de Pfizer), la terapia hormonal sustitutiva y la autoría fantasma, entendida ésta como la ocultación de parte o la totalidad de los autores de una publicación científica. Pingüe negocio éste en el que un desaprensivo con talento obtiene un extra y un patrocinador desaprensivo, consigue un artículo científico al dente, para defender sus intereses y, a veces, lo indefendible. Más preocupante que la autoría fantasma es que el patrocinador urda un plan para escamotear el perfil malo de su producto  o que, simplemente, mienta y confunda a la opinión pública y a la comunidad científica con argumentos torticeros o falsos. ¿Qué hay de todo esto en el artículo de la Dra. Fugh-Berman. Pues pasen y vean… porque no tiene desperdicio.

Otra vez un litigio contra la industria farmacéutica ha acabado en escándalo: un juicio contra Wyeth, en el que 14.000 demandantes reclamaban al laboratorio haber desarrollado un cáncer de mama debido al uso de Prempro, una combinación de estrógenos equinos conjugados y acetato de medroxiprogesterona, ha permitido que unos 1.500 documentos confidenciales se hayan hecho públicos. Los documentos, a los que tuvieron acceso PLoS Medicine y The New York Times, descubren las tácticas a través de las cuales Wyeth promocionó su fármaco, mediante el uso de artículos científicos de autoría fantasma y su publicación en las revistas biomédicas. Dichos artículos, entre los que destacan las revisiones comentadas y los de opinión, tuvieron como objetivo establecer beneficios no demostrados (sobre todo de tipo cardiovascular), minimizar los efectos adversos de la THS (fundamentalmente el riesgo de cáncer de mama), desacreditar los productos de la competencia (como raloxifeno) o incitar su uso fuera de las indicaciones autorizadas (como la prevención de la demencia o el Parkinson).

Como muchos de nuestros lectores tienen responsabilidades docentes, les rogamos la atenta lectura de este impresionante documento. Y que difundan entre sus pupilos, utilizando como pretexto la triste historia de la THS, conceptos como el de publication planning (planificación de las publicaciones), proceso mediante el cual la industria del medicamento y los productos sanitarios produce y publica artículos en las revistas (y pósteres en nuestros congresos) en los que va estableciendo como verdades absolutas determinados mensajes clave. Del trabajo en la sombra se encargan algunos empleados de los laboratorios, pero también profesionales de relumbrón, alquilados para el evento y determinadas empresas de comunicación. Entre todos urden la gigantesca tela de araña en la que la opinión pública y los profesionales quedamos atrapados. Lamentable es el papelón de aquéllos que ponen su firma a documentos precocinados a cambio de… No lo sabemos, aunque no es difícil de imaginar. La falta de escrúpulos parece no tener límite en las cloacas de la Ciencia. Sólo así se entiende que un año después de publicarse el estudio WHI hubiera quien escribiera sin pestañear (ver tabla 1), en referencia a la asociación entre el uso de la THS y el cáncer de mama lo siguiente: …results from epidemiologic studies are inconsistent and mechanistic studies have not provided a physiologic foundation to implicate progestin in the pathogenesis of breast cancer.

Los documentos utilizados por la Dra. Fugh-Berman en su investigación están accesibles para todos aquéllos que tengan curiosidad por el tema o simplemente, no crean posible tanta ignominia. Como nos dice Novella en Science-Based Medicine, no podemos criticar que la industria farmacéutica publicite limpiamente sus productos. Pero es necesaria una separación nítida entre el desarrollo científico y la mercadotecnia de los medicamentos, lo que implica alejar a los autores fantasma de la literatura científica. Como las cosas son como son y a falta de una mayor y mejor regulación de las revistas científicas, no está de más que, si a alguno se le ha caído ahora la venda de los ojos, la guarde de recuerdo y se aplique al sano  ejercicio (sobre todo para los pacientes) del escepticismo. Eso sin olvidar que, de determinados pósteres en congresos, artículos de opinión de expertos, revisiones comentadas y suplementos, ya nos había prevenido la MBE.

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