(Ann Intern Med) Sanitarios en la Red y profesionalidad en la Era Digital

Tras el paréntesis semanasantero, retomamos el ritmo habitual en Sala de lectura y lo hacemos con la traducción y adaptación de un interesante artículo aparecido hace unos días en Annals of Internal Medicine con el título Professionalism in the Digital Age. En él,  Mostaghimi y Crotty (atención a sus perfiles) hacen una profunda reflexión sobre diversos aspectos de gran interés para los profesionales sanitarios que hemos recalado en Internet y que tienen que ver con el impacto de nuestra actividad internáutica en la relación médico-paciente, la confidencialidad de la información, la imagen pública que transmitimos y, en definitiva, del nuevo concepto de profesionalidad en el contexto de la Era Digital en la que nos ha tocado vivir.

Post un poco más largo de lo habitual, pero cuya lectura nos debe mover a la reflexión: en Estados Unidos, las sociedades profesionales han comenzado a regular la actividad en la Red de los sanitarios enredados. ¿Y aquí? ¿Esperaremos que la regulación la hagan los políticos, las sociedades o tal vez que el camino lo desbrocen los jueces? Proponemos, como ideas para incubar, auspiciar la creación de una sociedad transversal de profesionales sanitarios en Internet. Y la autorregulación de la actividad profesional en la Red. Ya que hemos ido por delante en tantas cosas, no importa una más. Para finalizar, dos detalles: las negritas son nuestras y donde en el artículo dice médico, que cada cual ponga lo que entienda. El artículo de hoy, dice así…

«La omnipresencia de Internet en el trabajo, en casa y a través de los dispositivos móviles ha dado lugar al nacimiento de la moderna Era de la Información. Los médicos, al igual que otros profesionales, están expandiendo en su trabajo los recursos de la Red, a la vez que desarrollan una vida digital personal marcada por la compartición de pensamientos, revistas y recursos online. A diferencia de los avances en comunicación anteriores, como el teléfono y el correo electrónico, la apertura de los medios sociales y la autopublicación, en combinación con la mejora de las posibilidades de búsqueda online, pueden complicar la separación del perfil profesional y digital. Juntos, estos cambios pueden originar retos y oportunidades para desarrollar una actividad digital que requieran que el médico considere la evolución de la profesionalidad en una era digital. La American Medical Association en su reciente declaración Professionalism in the Use of Social Media ha abordado algunos de estos retos y ha proporcionado un oportuno punto de partida. Como muchos médicos y estudiantes utilizan las redes sociales y los blogs, los profesionales sanitarios tienen que estar pendientes de lo que se publica en la Red y cómo se presenta esa información. Además, la existencia de sitios con sistemas de calificación y de buscadores elaborados por pacientes requieren que los médicos comprendan y gestionen su identidad digital y su marca personal. Todos estos retos demandan de los médicos una revisión y mantenimiento proactivos de sus vidas digitales.

La identidad de los médicos ¿Cómo pueden los médicos mantener una imagen profesional cuando los buscadores yuxtaponen las biografías oficiales con los perfiles de Facebook, las donaciones a partidos políticos y las noticias de prensa? Hay estudios que sugieren que las características del médico, como la obesidad, pueden afectar a la confianza del paciente. ¿Debemos como médicos preocuparnos de si nuestros hábitos y la imagen que proyectamos en Internet no casan con las recomendaciones que, como profesionales, damos a los pacientes? Esta preocupación es mayor en el caso de los estudiantes de medicina y residentes, quienes forman grupos online y pueden dejar huellas digitales que reflejen conductas e ideas que podrían no compartir como profesionales. A pesar de las dudas sobre la privacidad, las redes sociales ofrecen oportunidades para su uso profesional, incluyendo la conexión con colegas e iniciativas de salud pública. Actualmente, la mayoría de los médicos no mantienen una separación nítida entre los mundos digitales, y la primera petición de amistad en Facebook por parte de un paciente puede ser un torpe ejercicio de dicha separación. Por último, la presencia en la Red de un médico variará y se verá modificada por sus preferencias personales y su personalidad. A diferencia de las revelaciones durante la consulta médica, poco sabemos sobre cómo afectan las confidencias online a la relación médico-paciente.

Los médicos y los medios sociales A pesar de las preferencias del médico, existen unos límites claros sobre lo que éstos pueden compartir online. Recientes estudios detallan la publicación en Internet de contenido no profesional por estudiantes de medicina y la prevalencia entre éstos y los residentes, de cuentas de Facebook de acceso público. Las enfermeras y el personal auxiliar también han sido amonestados por publicar contenidos inapropiados. Una revisión de los blogs sanitarios reveló que el 17% contenía información que permitía identificar al paciente o su médico, incluido 3 blogs en los que aparecían sus fotografías sin protección. Los médicos también deben tener en cuenta que se puede divulgar en la Red de forma inintencionada la información de los pacientes. Los posts pueden crear una sensación de comunidad entre los autores y los lectores habituales, por lo que se puede obviar la privacidad dentro de esta microrred. Los médicos con un blog deben tener en cuenta que los pacientes y sus familiares pueden acceder al material publicado, incluso si se excluyen nombres o si un post es posteriormente eliminado. Más allá de transgresiones tan burdas, a veces se traspasan los límites de forma sutil, lo que levanta sospechas sobre la reputación y responsabilidad profesionales.  La mayoría de los ascensores de los hospitales tienen carteles en los que se advierte al personal que no haga comentarios en público de los pacientes. Incluso si no se nombra al paciente, algunos detalles o el tono de la conversación puede alarmar a los demás. En este sentido, las redes sociales pueden considerarse los ascensores del nuevo milenio: un foro público donde se tiene poco o ningún control sobre quién oye lo que dices, incluso si el material no está dirigido al público.

Una aproximación proactiva a la profesionalidad Fundamentalmente creemos en el mantenimiento de la posibilidad de que los médicos utilicen los medios online, las redes sociales, blogs y los sitios de vídeos por razones personales y profesionales. Cualquier esfuerzo para bloquear o desalentar el uso de estos medios sería inútil y contraproducente. Los médicos deben conocer cómo fluye la información en Internet y que el contexto que rodea la información personal o los medios sociales debe limitarse. Los responsables de la formación y los gestores institucionales deben desarrollar currículos y normas sobre los medios sociales que permitan a los médicos atraer a sus amigos, familiares y pacientes de una forma productiva para todos. Actualmente, se están desarrollando guías sobre este tipo de profesionalidad. Los hospitales han comenzado a adoptar los medios sociales de forma institucional. En octubre de 2.010, 830 hospitales tenían cuentas en YouTube, Facebook, Twitter o un blog. No obstante, los hospitales y las facultades de Medicina aún están elaborando normas para los profesionales. Recomendamos que los médicos realicen de forma rutinaria autoauditorías electrónicas de su identidad digital utilizando buscadores, para determinar la cantidad y el tipo de información personal que comparten online. Aunque la mayoría de la información probablemente sea de tipo profesional, muchas búsquedas pueden revelar datos personales identificables. Los médicos que deseen mantener una identidad profesional en Internet y una identidad personal entre sus amigos y familiares deben luchar por conseguir una doble nacionalidad, creando un perfil digital separado que tenga como objetivo salir en los primeros resultados cuando se hace una búsqueda sobre un determinado médico. Esto se puede conseguir con una página de inicio profesional, un currículo digital o aplicaciones como Google Profiles. Esta doble nacionalidad es particularmente ventajosa para los profesionales sometidos a cambios de actividad, ya que los perfiles alejan el tráfico de contenidos que pueden quedar fuera de nuestro control directo. Los médicos que deseen una presencia profesional en las redes sociales, como Facebook, pueden crear un perfil público para controlar mejor la información. Este método obvia la necesidad de aceptar o denegar una petición de amistad de un paciente u otra persona. Además pueden, como alternativa, usar redes sociales profesionales como LinkedIn y Sermo. A pesar de estas opciones, la absoluta separación entre las identidades profesionales y personales es casi imposible. Aunque el uso de un pseudónimo puede reduir la posibilidad de revelaciones accidentales, los pacientes con intención de encontrar información sobre sus médicos, probablemente lo logren. No obstante, los médicos que se preocupan por su identidad digital, serán capaces de determinar las cuestiones que una búsqueda puede revelar. Más allá de la identidad del médico, desaconsejamos el uso de las redes sociales, como Facebook o Twitter como una forma de comunicación con los pacientes, ya que, en primer lugar, las empresas que las gestionan tienen el control último sobre la información, sin que haya garantías de seguridad. Es mejor usar la Red para enviar mensajes con información general, como que la vacuna de la gripe está disponible. Los médicos con un blog deben tener en cuenta el objetivo, naturaleza científica o personal del mismo y la audiencia potencial de sus posts. Los pacientes pueden alarmarse si identifican sus casos online a pesar de los intentos de su médico por proteger la identidad del interesado, incluso si la historia tiene un propósito educativo. Para todos los posts que discutan un caso determinado, sería más apropiado realizar un procedimiento similar a un consentimiento informado en el que médico discuta con el paciente la naturaleza del artículo y solicite su autorización. La revolución digital de los últimos 25 años ha influido en la Medicina. Los médicos deben sacar provecho de las herramientas de las que ahora disponemos tanto a nivel personal como profesional, pero deben tener en cuenta el potencial efecto de su actividad online. Como profesionales, debemos tratar de identificar los estándares comunes y desarrollar recursos para enseñar a los médicos actuales y los que se dedican a su formación, un conjunto de principios básicos para dirigir las interacciones electrónicas ahora y en el futuro».

6 comentarios

  1. No está nada mal que se nos recuerde a los adultos y sanitarios lo que desde otros perfiles se trata de transmitir a los más jóvenes sobre los riesgos de la red: de «subir ciertas fotos», hablar más de la cuenta con desconocidos, de la permanencia y pérdida de control de la información suministrada en la red, etc…

    Internet, en general, y la redes sociales, en particular, son una revolución y, como tal, las ventajas no vienen sin inconvenientes. Como siempre, y el caso de Internet es paradijmático, la realidad va siempre por delante de las leyes, y en esta ocasión con mucha distancia. Por ello, la «autorregulación» es necesaria en ausencia de legislación, pero ésta será inevitable pues, como en casi todas las facetas de la vida, los que se autorregulan suelen ser los más responsables y quiénes menos necesitarían de ello, mientras que los infractores campan a sus anchas. El problema, como en el resto de la interacción social, será encontrar el punto de equilibrio entre libertad y seguridad.

    Respecto a la difusión de información de pacientes en la red o en otros medios, (con perdón) sugeriría leer nuestro artículo «Un Nuevo Criterio Judicial sobre los Requisitos para la Investigación y las Publicaciones Científicas; de S Gallego et al» [http://www.aissma.org/2011/03/un-nuevo-criterio-judicial-sobre-los.html].

    Saludos,
    Pepe Morán

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    • Hola, Pepe:
      Muchas gracias por tu comentario. El artículo del Annals es una llamada de atención para los profesionales sanitarios que, con toda nuestra mejor intención, compartimos nuestro conocimiento y nuestras experiencias sin tener en cuenta varias cosas importantes: que una vez le damos al «enter», perdemos el control directo de lo publicado, que la información quedará en la Red posiblemente para siempre y que no sabemos ni quién la leerá, ni qué utilidad le dará a lo leído. En EE. UU. la AMA ha intentado poner orden y de ahí surge el artículo cuya lectura nos invita a reflexionar sobre lo que hacemos y, sobre todo, cómo lo hacemos, aunque allí la situación es, de momento, distinta a la nuestra. Aprovecho la ocasión para llamar la atención sobre los perfiles de los autores que he elegido para el post. Uno es el clásico perfil profesional. Pero otro es un perfil de una web hecho por pacientes en la que se puede comentar y valorar la actividad de los galenos. Y eso, es lo que viene…
      Un saludo.
      CARLOS

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  2. Interesantísimo como siempre.
    Tenemos que ponernos las pilas al respecto, aunque es verdad que será más fácil organizarse aquí para moderar información, que en los ascensores o cafeterías de alrededores de los centros sanitarios, donde la batalla está casi perdida y creo que lo único que lo arreglaría sería poner PSS (policía sanitaria secreta) jajaja.

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    • Gracias, Iñaki. Yo creo que redactar unas directrices o algo así como un manual de estilo, no estaría de más. Con todos los que somos y el interés que le ponemos en la cosa, la idea es hacerlo y anticiparnos a los «agentes externos» que pueden aprovechar la ocasión para cerrar bocas. O blogs…
      Un saludo.
      CARLOS

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